A propósito del título, me entró la duda sobre el papel de los MBA en América Latina en la formación de ejecutivos en la lengua inglesa. Es decir, si es un tema del cual las escuelas de negocios deban hacerse cargo desde un punto de vista académico o en realidad es un tema personal y cada profesional debe buscar aprender inglés por su cuenta.
Sobre el inglés -como me dijo mi cuñado, quien es Operations Manager del Airbus 380- una cosa es saberlo en vacacionespara ordenar en algún restaurant o preguntar por alguna dirección, y otra muy distinta es dominarlo hasta ser capaz de cerrar negocios o coordinar el SCM de una compañía internacional.
A propósito de eso, recordé las clases del MBA donde en realidad muy pocos estudiantes entendían o hablaban inglés fluido.
Es verdad que hay escuelas de negocios que sí tienen un buen componente bilingüe, pero son pocas y me queda la duda si la mayoría de los programas MBA se toman en serio eso de formador ejecutivos y emprendedores con competencias en inglés, pues la mera entrega de material en esa lengua no significa que sean bilingües.
Para eso, además habría que impartir clases -ya sea teleconferencias o presenciales- totalmente en inglés, llevar una materia completa en ese idioma y enseñar inglés técnico para negociar u operar procesos.
Mi duda es porque tengo la impresión de que el porcentaje de profesionales sudamericanos que habla inglés es muy bajo, al menos en comparación con sus colegas de México y Centroamérica, quizá por el peso específico de tener a EE.UU. tan cerca.
Pese a esas diferencias subregionales, en promedios generales, América Latina es la región con más bajo porcentaje de angloparlantes, a diferencia de Asia, Europa, e incluso África, por lo que vale hacerse la pregunta por el rol de los programas de MBA en este problema.
Lastimosamente hay pocos estudios serios sobre la penetración del inglés en la región.
Se sabe que el gobierno chileno impulso mediante el organismo CORFO el registro nacional de inglés, incentivando el registro y certificación de profesionales que hablan esa lengua en forma fluida, para crear un base de datos a disposición de las empresas.
En 2007 Chile se planteó acreditar hasta 45.000 personas. Si ese país logró esa meta, hablamos del 0,28% de la población nacional. También he visto reportajes donde estiman que entre el 2% y el 4% de la población chilena habla y entiende inglés y en la prueba universal de rendimiento escolar chilena (Simce) se obtuvo que 1 de cada 10 estudiantes de penúltimo año de escolaridad (15 años) comprende un nivel básico de inglés.
Algo es algo, pero, una vez fue a darnos unas charlas el gerente regional de TI de una gran minera estadounidense que opera en Chile y con asombro nos contó que tenían ofertas para enviar profesionales a las distintas operaciones que tenía la compañía en Australia, pero la realidad le demostró que no había la demanda esperada para esos puestos, básicamente por no saber inglés.
En Perú las cifras deben ser parecidas, aunque no hay data. En todo caso, sí se puede decir que no existe ningún programa estatal para enseñar inglés de manera intensiva para lograr niveles conversacionales.
Y en la experiencia, también parece que el inglés es una limitante: hace unos días vi en vivo vía web una exposición sobre tecnologías en Lima, donde el expositor lo hacía todo en inglés, e increíblemente cuando él trataba de interactuar con el público soltando preguntas, nadie se atrevía a responder o preguntar algo.
Puede llegar a ser preocupante. Sin embargo, si somos estrictamente matemáticos podríamos concluir que dado el tamaño de América Latina y los negocios que hacen sus compañías con el resto del mundo, en realidad la cantidad de profesionales angloparlantes que necesita la región es -en realidad- muy baja.
Desde luego, si en nuestra carrera profesional aspiramos a ser dueños de nuestras empresas o ocupar cargos que alto rango, necesariamente estos puestos requieren de una interacción con el extranjero muy alta, por lo que el inglés se convierte en algo imprescindible. Sin embargo, con una jefatura o subgerencia es suficiente con saber leer manuales en inglés.
De esta manera el no saber inglés va ligado más a las grandes oportunidades que pueden perderse, como no ascender en la compañía, que a la necesidad cotidiana de saberlo en todo puesto, como sucede en Europa, donde es imprescindible en todo nivel.
Por ejemplo, aquí, en Alemania, donde resido, el saber inglés ya es un tema de supervivencia. De hecho, los anuncios de trabajo dan por descontado el inglés, así se centran en pedir un tercer idioma como francés, italiano o español. Rudo para mí, pues actualmente estoy terminando mi curso intensivo de alemán de casi 10 meses, con el que busco aprender ese tercer idioma sin el que me es muy difícil integrarme al mercado laboral local, sintiendo a veces la frustración de decir que tengo experiencia en logística y no ser capaz siquiera de decir cómo se llama al “elevador de pallets” en alemán.
En América Latina es diferente.
Un amigo que trabaja hoy en EE.UU. para una compañía minera me contó cómo llegó allí. Antes él trabajaba en la operación local de Perú de esa minera, junto a otros jóvenes profesionales que habían llegado a puestos de logística. En algún momento se planteó la necesidad de alguien que coordinara los sistemas logísticos locales con la central en EE.UU. La pregunta fue simple: “¿Quién habla inglés fluido?”. Este amigo fue casi el único que levanto la mano y sumado a su excelente profesionalismo, la historia de su éxito ya está contada. El factor de la oportunidad se dio por el inglés.
Pero, también conozco gente que no habla inglés y que de igual modo tiene un buen puesto de trabajo, un pequeño negocio paralelo, la casa pagada, los niños en buenos colegios y es feliz. Es gente que goza de la ventaja de ser parte de un continente donde prima el español para casi 400 millones de personas.
Así, como no es un problema de vida o muerte, tal vez las escuelas de negocios latinoamericanas asuman implícitamente que el problema del inglés sea personal, por mucho que entreguen un título que dice “Master of Business Administration”.
Sin embargo, creo que también ellas deben enseñar a hacer negocios en inglés, sin que necesariamente se vuelvan academias de lengua. Esto, porque si bien hoy se puede sobrevivir sin ser angloparlante, es posible que en el futuro -con el crecimiento de la región- el saber inglés (o chino, incluso) puede ser vital como herramienta competitiva.
En cualquier caso espero que la decisión no pase por pensar, “si exigimos inglés y pocos lo saben, tendremos pocos estudiantes”.
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